Evangelio de Hoy Jueves 6 de Noviembre de 2025.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Jueves 6 de Noviembre y la homilía diaria.
Al final del artículo encontrarán el comentario al Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
Jueves de la XXXI semana del Tiempo ordinario.
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy Jueves 6 de Noviembre.
Carta de San Pablo a los Romanos 14, 7-12.
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos.
Pero tú, ¿por qué juzgas mal a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. Como dice la Escritura: Juro por mí mismo, dice el Señor, que todos doblarán la rodilla ante mí y todos reconocerán públicamente que yo soy Dios.
En resumen: cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 26, 1. 4. 13-14.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar?
El Señor es mi luz y mi salvación.
Lo único que pido, lo único que busco
es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor
y estar continuamente en su presencia.
El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vengan a mí, todos los que están fatigados
y agobiados por la carga,
y yo les daré alivio, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Jueves 6 de Noviembre de 2025.
Evangelio según San Lucas 15, 1-10.
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.
Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.
¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.
Homilía de hoy Jueves 6 de Noviembre.
La Alegría del Cielo por un Solo Pecador que se Convierte
El Evangelio de hoy revela el corazón mismo de Dios: un corazón que no se cansa de buscar, que se alegra desbordadamente cuando lo perdido es hallado. Frente a las murmuraciones de quienes juzgan con dureza, Jesús presenta dos parábolas sencillas, pero profundas: la de la oveja extraviada y la de la moneda perdida. En ambas, lo esencial no es la pérdida, sino la búsqueda incansable y la fiesta que sigue al hallazgo.
Dios no se conforma con los que ya están en el redil; sale al encuentro del que se ha alejado. Su misericordia no es pasiva, sino activa, dinámica, llena de ternura. Y esa misma alegría que se despierta en el cielo por un solo pecador que se convierte debe resonar también en nuestras comunidades. No somos guardianes de un recinto cerrado, sino heraldos de una gracia que busca a todos.
Esta Palabra nos invita a mirar con los ojos del Buen Pastor: sin condena, sino con compasión; sin exclusión, sino con anhelo de reconciliación. También nos recuerda que cada uno de nosotros, en algún momento, ha sido esa oveja descarriada o esa moneda olvidada, y que fuimos hallados por la gracia.
Que el Señor renueve en nosotros el gozo de ser buscados y encontrados por Él, y nos impulse a ser instrumentos de su misericordia en un mundo sediento de perdón. Amén.
Oraciones Del Padre Ignacio Larrañaga.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.
